sábado, 12 de febrero de 2011

"El sueño del Celta"

Mario Vargas Llosa (1936) en su última novela “El Sueño del Celta”; cuenta la vida y las aventuras del Cónsul Británico Roger Casement, quien denunció los horrores del colonialismo en el Congo y en la Amazonia. Enviado por el gobierno Británico, primero al Congo Belga y después a la Amazonia Sudamericana, vivió y conoció la experiencia terrible de la explotación humana, hechos consignados en informes escritos que sacudieron a la opinión mundial y lo convirtieron en un héroe por defender la libertad y la dignidad de los pueblos.
El autor relata los hechos que ocurrieron en la realidad. El trabajo de investigación quedo plasmado en esta novela histórica que se desarrolla en dos planos: en el primero,la vida del personaje y sus experiencias como Consul y como militante de la lucha por la independencia de Irlanda y en el segundo,los días que transcurren en la cárcel, acusado de traidor, esperando que se le conmute la pena a muerte a la que ha sido condenado.
Este relato, además de ser un valioso testimonio histórico, es además un valioso documento de reflexión sobre el bien y el mal.
El viaje del Cónsul Británico vía Congo arriba comenzó el 5 de junio de 1903. El Foreign Office lo autorizó hacer ese viaje por las zonas donde se extraía el caucho para verificar lo que había de cierto en las denuncias sobre abusos y maltratos a los nativos en el Congo de su Majestad Leopoldo II, rey de los Belgas.
En febrero de 1985, en la conferencia de Berlín, las catorce potencias participantes, el embajador por Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Alemania dieron a Leopoldo II el Estado Independiente del Congo, los 2 millones y medio de Km2 del Congo y sus 20 millones de habitantes para que “abriera ese territorio al comercio, aboliera la esclavitud y civilizara y cristianizara a los paganos”. El monarca presidía la Asociación Internacional del Congo (AIC) responsable de todos los trabajos que emprendería para lograr los objetivos propuestos. Hacían firmar a caciques y brujos contratos escritos en francés donde se comprometían a prestar mano de obra, alojamiento, guía y sustento a los funcionarios, personas y empleados de la AIC.
El viaje que emprendió desde Matadi el 5 de junio de 1903 duró tres meses y 10 días en el Medio y Alto Congo, un viaje dantesco donde conoció toda la maldad que puede conducir al ser humano a hacer las atrocidades más inimaginables. Desde 1884 hasta 1901, los cambios sufridos en África eran cuantiosos, la población se había diezmado de manera brutal y la causa no eran las enfermedades, sino que además de las epidemias, lo que había aniquilado a la población congolesa era la inhumanidad del sistema de explotación de los africanos por los colonos europeos. El relato de los maltratos, torturas, violaciones, mutilaciones, el uso del “Chicote”, el látigo inclemente, serian recogidos en el informe de Roger Casement. Los nativos no eran vistos como personas sino como bestias útiles para obtener el producto y los colonos, cegados por la codicia, para conseguir la mayor cantidad posible de caucho, recurrían a prácticas y castigos de extrema crueldad solo posibles en las mentes y espíritus diabólicos. Roger Casement es el sobreviviente del descenso a los infiernos. Hay en la novela una carta del Cónsul a su querida prima Gee donde dice: “Temo que, de continuar escudriñando los extremos a que puede llegar la maldad y la ignorancia de los seres humanos, no seré, siquiera capaz de escribir mi reporte. Estoy en las orillas de la locura. Si sigo codeándome con lo que ocurre aquí, terminaré yo también impartiendo chicotazos, cortando manos y asesinando congoleses entre el almuerzo y la cena sin que ello me produzca el menor malestar de conciencia ni me quite el apetito. Porque eso es lo que ocurre a los europeos en este condenado país”. Mientras el mal esta encarnado en estos colonos sanguinarios, el bien se manifiesta en idealistas luchadores como Roger Casement, los miembros de la Iglesia Bautista, y Edmund D. Morel, periodista que había hecho una constante campaña de denuncias sobre las irregularidades y los infortunios en el Congo.
Casement no solo hizo las denuncias sobre las crueldades en el Congo, sino también sobre los abusos y torturas en la Amazonia peruana por parte de la poderosa compañía de Julio C. Arana. También en esta región, frente a la maldad humana generalizada, hay voces de seres idealistas como el periodista Benjamín Saldaña Roca quien hizo las acusaciones sobre las caucherías del Putumayo desde el periódico La Sanción asi como los artículos del ingeniero norteamericano Walter Harderburg en el semanario Londinense Truth. Ambos describían en sus artículos las indescriptibles crueldades a las que puede llegar el hombre dominado por la codicia y la maldad en un mundo sin ley: la cacería de indios, los castigos a los que no habían traído la cuota mínima de látex o caucho, las torturas y la muerte por pura diversión. A Roger Casement le toca presenciar en la Amazonia los mismos horrores que denunció en el Congo, propiciados por la codicia, por el mal que vive en el hombre como expresión del pecado original. Sobre este tema, que es el central en toda la novela, se lee en un ensayo de Álvaro Brantes Hidalgo, que “para definir el mal, si se parte de la postura aristotélica tomista, el Mal es la ausencia del Bien así, el Mal seria nada más que el “no ser” frente al “ser” que es Bien. El mal como tal se presenta en el interior del hombre cuando éste sufre una ausencia del “Bien”, que no es otra cosa que la búsqueda de la verdad, la belleza, la virtud. Cuando se habla de virtud se refiere a la prudencia, la templanza, la justicia, la fortaleza y el amor desinteresado por los hombres y las cosas”. Si en ese mundo de explotación y crueldad predomina el mal, sin embargo, la lucha por la justicia y la verdad que protagonizaron hombres como Roger Casement y los que lo acompañaron en su batalla por defender los valores humanos de los indígenas del Congo y la Amazonia, esa lucha representa el triunfo del bien. Los informes de Casement fueron decisivos para acabar con la situación de explotación que se vivía en esos espacios de la geografía de África y de América del Sur.
Casement es un héroe que luchó no solo contra la colonización en estos lugares sino que fue un abanderado de la lucha contra la colonización inglesa en Irlanda. Su objetivo era la liberación de Irlanda pero se equivocó en la estrategia al recurrir a los alemanes en plena primera guerra mundial, para lograr sus propósitos. Esta alianza fue fatal ya que fue juzgado por traición a la patria y condenado a la horca.
Esta novela de Vargas Llosa es un magnifico documento histórico y un verdadero tratado filosófico sobre la condición humana. El idealismo, la fe en causas legitimas como la injusticia y la libertad de los pueblos enaltecen al ser humano, pero también el fanatismo y el extremismo pueden ser destructivos y acabar con los mejores propósitos.
El relato de los hechos y los personajes confirman la excelencia del narrador que sabe, no solo plasmar escenarios de majestuosa belleza y penetrar en el alma humana, en sus bondades y en sus miserias, sino que narra magistralmente la cruda realidad de los acontecimientos. Se puede calificar de absolutamente extraordinaria la narración de los hechos que preceden a la muerte de Roger Casement logrando transmitir la sensación de paz y serenidad del condenado a muerte y las emociones de las demás personas que lo rodean, en un relato altamente conmovedor. La personalidad compleja y múltiple de Roger Casement y su vida heroica queda plasmada de manera excepcional en este relato de Vargas Llosa.