lunes, 31 de mayo de 2010

Sobre Ana Teresa Torres

Para la Universidad Católica Cecilio Acosta es un honor otorgarle hoy el Doctorado Honoris Causa a la destacada escritora Ana Teresa Torres. Ha sido política de esta casa de estudios hacer este tipo de reconocimiento a aquellas personalidades cuyos méritos y trayectoria personal los han convertido en referencia nacional e internacional.
Ana Teresa Torres es, sin duda, una de las escritoras más emblemáticas de la Literatura Venezolana Contemporánea.
Nació en Caracas. Es licenciada en Psicología por la Universidad Católica Andrés Bello y estuvo muchos años dedicada al ejercicio del psicoanálisis y a la docencia universitaria.
El descubrimiento de la literatura, de la otra realidad que se genera en los libros de ficción, surge a edad muy temprana; según ella misma ha confesado, cuentos como el del Lobo y los siete cabritos la convirtieron en lectora, una lectora niña que creía en la verdad del texto convencida del poder de la palabra escrita. Al respecto dice la autora “En mi elección literaria infantil, prefiguro a la novelista que seré. No creo en pretendidos misterios, las intrigas postizas, en la construcción ideal de un escenario que lejos de seducirme me fastidia. El abismo de lo real me ha capturado para siempre”.
Muchas otras lecturas se sucedieron en el tiempo confirmándose el interés creciente por la literatura y por el mundo maravilloso e inusual que descubría en las obras de ficción. Numerosas han sido las novelas leídas pero una de la más impactantes fue “Rayuela” de Julio Cortazar en la que encontró el enorme parecido que puede haber entre la novela y la vida y como ésta siempre le ha interesado, encontró que la novela es el mejor espacio y la mejor manera de contar la vida y también una vía para darle sentido a la misma. El lenguaje, dice Ana Teresa, “asegura una mejor consistencia que la fugacidad de la existencia”, aseveración que es compartida por muchos otros escritores tales como Unamuno quien afirmaba que escribía para no morir del todo. La escritura es, pues, una forma de transcendencia, un medio para superar los limites de la existencia y un intento para vencer el olvido y en el caso de Ana Teresa, asume la literatura, además, para crear una orden existencial tangible en el que la protagonista es ella que “quiere escribir el mundo escribiéndose a si misma” porque en todo relato se muestra el autor y en los personajes y en las circunstancias que se cuentan siempre lo real de lo vivido se hace un todo con lo imaginado, adelgazándose hasta fundirse, los límites de la realidad con la ficción. Dice Rosa Montero “Para ser tenemos que narrarnos, y en ese cuento de nosotros mismos hay muchísimo cuento, nos mentimos, nos imaginamos, nos engañamos”.
En el libro “Cuentos Completos” publicado en la Editorial “el otro, el mismo” en Mérida, en el año 2002, se recogen los cuentos escritos desde que era muy joven. En el prólogo de este mismo libro que titula “Retrato de una joven escritora”, se puede leer que a los 12 o 13 años intentó escribir una novela policial y a los 15 años empezó otra de tipo romántico a la que siguieron otros dos intentos entre los 24 o 25 años que no pasaron del primer capitulo pero cuyas ideas fueron retomadas en novelas posteriores como “Doña Inés contra el olvido” y “Los últimos espectadores del acorazado Potemkin”. Los textos juveniles de la autora permanecieron inéditos mucho tiempo y cuando los ordenó cronologicamente se percibe un espacio donde se interrumpe la escritura desde 1974 hasta 1983 que fue el período en que compartía las obligaciones maternas con la práctica profesional como psicoanalista y como docente pero en 1983 comenzó de nuevo a escribir y en 1984 ganó el concurso de cuentos del Diario El Nacional con el relato “Retrato frente al mar” y desde entonces se ha dedicado con fervoroso entusiasmo a la creación literaria.
En 1990, Monte Ávila Editores, publicó su primera novela “El exilio del tiempo” con la que ganó el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal y por el Consejo Nacional de la Cultura en 1991.
El lenguaje fluye libremente en este relato supuestamente biográfico donde se suceden los personajes familiares, anécdotas particulares, el mundo del pasado en evocaciones nostálgicas donde se recupera el tiempo vivido en acciones y pensamientos de los personajes en un gran cuadro de imágenes que transitan el tiempo lográndose la verdad de vida o creándose la vida de la ficción.
Las palabras mágicas transforman el pasado en presente y permiten a los personajes vivir de nuevo. Es el poder de la literatura, animar a los duendes dormidos en la memoria que, entonces, viven de nuevo y transcienden el tiempo alcanzando los niveles superiores de la inmortalidad por la gracia de la imaginación y de la palabra.
Cuando se escribe, no solo se recrea la realidad vivida o soñada, sino que se tiene el goce indescriptible de transmitir emociones, sentimientos y pensamientos que se agolpan por salir a través de las palabras que alguien, oculto dentro de si, dictan incansablemente.
En 1992 publica “Doña Inés contra el olvido”, Premio Novela de la I Bienal Mariano Picón Salas (1991) y Premio Pegasus de Literatura (1998). Ha sido traducida al Inglés y al Portugués.
Si en “El exilio del tiempo” la memoria y los recuerdos son decisivos para hundirse en el tiempo y emerger a otra realidad ficcional, en esta otra novela, “Doña Inés contra el olvido”, es la historia novelada de tres siglos de historia. Hay un narrador - cronista que realiza una visión histórica en un discurso en el que confluyen la autobiografía y la crónica historiográfica.
Ha escrito otras novelas como “La favorita del señor” que fue finalista, en 1993, del Premio “La sonrisa vertical”, (Tusquets, España); “Vagas desapariciones” (1995), “Los últimos espectadores del Acorazado Potemkin”, Premio en la colección Alfa 7 de Alfadil; “La fascinación de la victima (2008)” con la que continua la saga policial de la psiquiatra – detective iniciada con “El corazón del otro”; “Historias del continente oscuro” (2007), es un ensayo en el que aborda el tema de la condición femenina.
Otro ensayo importante: “A beneficio de Inventario”, lo publicó en el 2000; a continuación, en el 2002, los “Cuentos Completos” y en el 2003, el “Hilo de la Voz”, antología critica de escritoras venezolanas del siglo XX.
“Nocturama” (2006) es una novela inquietante donde se cuenta la historia de Ulises Zero, un personaje que despierta sin saber quien es y que hace en medio de una ciudad sin nombre. El ultimo libro publicado hasta ahora, es un ensayo valiosísimo, de imprescindible lectura en este tiempo critico que vive el país, que se titula “La herencia de la tribu”: del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana”, publicado en el 2009.
Ana Teresa escribe con pasión; de su intenso trabajo da fe este número importante de obras mencionadas a las que hay que agregar las publicadas con temas de su profesión como “Elegir la Neurosis” (1992), “El amor como Síntoma” (1993) y “Territorios Eróticos” (1998).
Ana Teresa ha sido residente de la Fundación Rockfeller en Bellagio (Italia) y en 2001 recibió el premio de la Fundación Seghers de Berlin. Desde el 2006 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua.
Ana Teresa Torres forma parte del grupo de escritoras rebeldes e innovadoras que han emergido en Venezuela en los últimos tiempos.
Ha conquistado un espacio para expresar con absoluta libertad, sentimientos, vivencias y un rico mundo espiritual que se muestra deslumbrante en cada una de las muchas obras publicadas.
Si la memoria, el tiempo, la historia y el país son temas centrales en su trabajo intelectual, no menos importante es el tema de la mujer que por mucho tiempo ha sido marginada y subvalorizada socialmente.
Ha sido una lucha cruenta y difícil la que ha tenido que vivir la mujer para conseguir el espacio que merece en la sociedad actual. Ha sido difícil porque desde el origen de la historia la mujer ha sido considerada inferior al hombre y fuente de desdicha y males para la humanidad. En la literatura Griega, en los mitos y en las grandes obras épicas y dramáticas, la mujer es causante de catástrofes y tragedias. Recuérdese el mito de Pandora, la Iliada o Medea y en la Biblia, en el Génesis, la mujer es creada de una costilla de Adán, decretándose su inferioridad y dependencia con respecto el hombre y además haciéndola culpable de la perdida del Paraíso.
Los filósofos mas significativos desde Platón hasta hoy han subestimado la capacidad y el valor de la mujer mostrando un desprecio absoluto al llamarla Platón “residuo empobrecido de la humanidad” y Aristóteles “una deformidad biológica”.
No ha sido fácil para la mujer ingresar plenamente en la sociedad y asumir otros roles diferentes al de esposa y madre. Los oficios del hogar y la crianza de los hijos ocupaban todo su tiempo y hasta hace pocos años, las hijas de los hogares venezolanos, estaban destinadas al matrimonio y no podían estudiar una carrera universitaria.
La mujer gradualmente ha ido adquiriendo la libertad y los derechos que solo tenían los hombres desde el derecho a votar, conseguido en el siglo XIX, hasta la participación efectiva y total en todas las esferas del quehacer político - social, en todas las actividades culturales de la sociedad. Se han incorporado al campo del trabajo y desempeñan funciones y cargos que tradicionalmente solo eran realizadas por los hombres. No hay rama del saber, de la ciencia y de la cultura en general que le sean vedados. La mujer ha ido conquistando la dignidad y el valor como persona y como ser humano que por siglos se le negó aunque persisten mentalidades y costumbres que insisten en mantener las viejas ideas y el mito de la desigualdad y se comete el error de asignar roles y tareas de acuerdo a unas pretendidas condiciones innatas de los sexos.
En Venezuela muchas mujeres activas, preparadas, sensibles y creadoras participan en todas las esferas sociales y dan frutos de su quehacer político – social y cultural. En muchos casos, la mujer tiene que cumplir la múltiple tarea de ser madre, ama de casa, funcionaria, profesional o artista.
Vidaluz Meneses, reconocida poeta nicaragüense, expresa la realidad de la mujer que debe compartir las tareas domésticas con la actividad creadora cuando dice:
El día se tiene que resolver
Y amanezco persiguiendo un canto.

Y nuestra gran poetisa zuliana María Calcaño, dice:
¡Poeta!
Era antes de nacer
Y quieren hacerme mujer insípida.
Me ven libertina
Porque soy rebelde
De muchas cosas
Y porque llevo
La carne abierta en rosas.

Son mujeres como Teresa de la Parra, que en “Ifigenia”, refleja una época y da la visión de un país, afirmando el valor de la libertad en una literatura intimista y desmitificadora. Se puede hacer una larga lista de mujeres intelectuales valiosas, en la que deben estar los nombres de Enriqueta Arvelo Larriva, María Calcaño, Ana Enriqueta Terán, Miyo Vestrini y muchas más, que han explorado las posibilidades de una voz específicamente femenina y que expresan la rebeldía de la mujer e insisten en afirmar la necesidad de imponerse como personas, con voz propia y con capacidad de abordar temas como el erotismo con absoluta libertad. Quieren representar la realidad de la mujer, con una voz auténticamente femenina como lo hacen, en las últimas décadas, escritoras como Yolanda Pantin, María Auxiliadora Álvarez, Márgara Russotto y Ana Teresa Torres.
Esta autora tiene los méritos de ser una gran escritora y de ser una luchadora que forma parte de ese grupo de mujeres cultas, con la conciencia clara de las responsabilidades y de las obligaciones que, como personas comprometidas y solidarias, tienen con un país en el que la educación y la cultura son medios fundamentales para alcanzar el progreso y la libertad.
En el ultimo libro publicado “La herencia de la tribu”, la autora hace una interesante interpretación de la historia nacional y del ser venezolano. Desmitifica nuestro pasado y dice verdades iluminadoras de la identidad nacional. Asegura que “hay pasados que no terminan de irse; el pasado venezolano es uno de ellos. La gloria de la independencia, siempre dominante es nuestro imaginario, extiende su sombra de presente perpetuo”. Otra verdad que invita a la reflexión y al análisis es cuando dice: “Nuestra historia es una celebración de triunfos épicos que deja pocas páginas para los seres anónimos y la construcción ciudadana, con frecuencia silenciada, por no decir despreciada”.
Nos enorgullece otorgar este doctorado a Ana Teresa Torres que desde ahora forma parte de nuestra Casa de Estudios.