miércoles, 2 de septiembre de 2009

Máscara de salitre

escindida

entre dos fuegos,

subterránea

demolición de las quimeras,

sueños que se ensartan

en silente mansedumbre

sin atisbos

de señales desmedidas

sin asomo de ternura

en las manos dolientes

hambrientas de infinito.

El sol derrite las orillas

solo la luz quiebra el silencio,

el patio brilla

un hilo de agua

dibuja los bordes de la vida.

Se encuentran los extremos de la duda

en la misma decisión atormentada,

una red oculta

asciende a la altura de mi pecho

penetra por las venas

se sumerge en los recodos de la mente

me atrapa indefensa.