Una noche un niño sueña con un viaje en barco y peces de colores que
lo rodean mientras navega. El niño traza el sueño en un papel y su
maestra le invita a pintarlo. El niño responde que no lo ha pintado
porque no sabe cuál es el color de los sueños.
Este cuento, llamado El color de los sueños, es el que le da nombre a
la colección de relatos infantiles de la poeta Lilia Boscán de
Lombardi, quien publica, en una hermosa edición, este libro conformado
por 15 relatos, más una selección de poemas para niños bajo el título La
Ranita Bailarina, magníficamente ilustrado por los miembros más
pequeños de su extenso entorno familiar.
El niño del relato se encuentra indeciso sobre el color de sus
sueños, pero la dulce respuesta que obtiene de su maestra revela la
verdadera naturaleza de estos textos: «El color de los sueños es el
mismo de la poesía».
Para quien ha tenido a la poesía como centro de su obra, de su
cosmovisión, de su desarrollo profesional y de su vocación materna, la
respuesta que pone en boca de la maestra del relato no debe venir como
sorpresa. La poesía ha sido el medio de expresión de la autora, quien
además se ha destacado como ensayista y docente.
«La poesía aspira, igual que la filosofía, a conocer, sólo que con
otras estrategias y recursos» afirmaba el escritor catalán Eugenio
Trías, afirmación que entiende bien nuestra poeta, quien en su devenir
ha construido una obra poética unida por los temas de la soledad, la
melancolía, la memoria y la filosofía, que buscan precisamente conocer, o
al menos hacer las preguntas indicadas, como toda buena indagación
sobre su experiencia vital.
Este libro de relatos infantiles no debe ser puesto, entonces, en una
repisa aparte de la totalidad de su obra, al contrario, es el
complemento de lo que ha sido su búsqueda poética, de conocimiento y, ya
si se quiere, obteniendo algunas respuestas, porque los cuentos y la
poesía incluidos en este libro evocan imágenes, ya no de sombras sino de
luces, de colores, de arco iris, del olor a tierra fresca luego de la
tormenta; para así encontrarse con un tema recurrente: la persistencia
de la memoria. Y que acaso pueda servir esta colección a tal fin: dejar
como testamento poético el amor por los afectos y a esperar que todo lo
vivido siga vivo en algún lugar.
Manuel Ocando Finol
lunes, 23 de enero de 2017
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