Rafael
María Baralt (1810-1860) es un intelectual zuliano que se ha
distinguido como historiador, periodista, filólogo, crítico y
poeta. Nació en Maracaibo en pleno período independentista y como
dice Velia Bosch” fue militante de una pasión guerrera que puso a
prueba en distintos momentos de nuestra historia militar y
política.”Es el autor del Primer Diccionario de Galicismos del
Español y es el primer latinoamericano en ocupar un sillón en La
Real Academia de la Lengua Española. Como historiador, su magna obra
es el Resumen de la Historia de Venezuela.
El
padre de Baralt fue el coronel venezolano Miguel Antonio Baralt y la
madre, Ana Francisca Pérez era oriunda de República Dominicana. Por
la turbulencia política de la época, la familia se trasladó a
Santo Domingo, de allí, que los años de infancia, Baralt los pasó
en ese país. Regresaron a Maracaibo en 1821, tenía Baralt 11 años
y estuvo hasta 1827, año en que fue a Bogotá para comenzar los
estudios superiores graduándose de Bachiller en 1830 en la
Universidad Santo Tomás. A partir de allí participó en la política
y en la milicia venezolana llegando a ser Capitán de Artillería y
ocupando cargos importantes como Ministro de Guerra. Fue un constante
viajero, viaja a París en 1840 y publica su Resumen de la Historia
de Venezuela y el Diccionario de Galicismos. Se va de Venezuela,
definitivamente, el 13 de Septiembre de 1841 y después de viajar a
Londres y Sevilla, se radica finalmente, en Madrid donde escribe la
mayor parte de su obra literaria. Desempeñó cargos como Director de
la Gaceta de la Corona, Administrador de la Imprenta Nacional etc.
Murió el 4 de Enero de 1860.
De
su poema “Adiós a la patria” es la famosa estrofa:
Tierra
del sol amada
Donde
inundado de tu luz fecunda
En
hora malhadada
Y
con la luz airada
Me
vio el lago nacer que la circunda.
En
este extenso poema escrito en 19 liras, se expresa la nostalgia y el
dolor por la patria ausente en la que vivió momentos felices cuando
era
Campo
alegre y ameno,
De
mi primer amor mudo testigo,
Cuando
virgen, sereno,
De
traiciones ajeno,
Era
mi amor de la esperanza amigo.
La
tristeza del adiós se concreta en lamentaciones al no poder volver a
admirar la belleza majestuosa del mar ni el perenne color azul del
cielo amado. Ni los campos floridos “ de nardos olorosos”; con
intensa melancolía ha renunciado a su patria y ya no se regocijará
con el paisaje luminoso donde reinan los árboles del trópico y se
lamenta porque tampoco verá más a” la altiva palmera
Cuando
en los apartados horizontes
Con
majestad severa
Sacude
su cimera
Gigante
de las selvas y los montes.
Permanecerán
en el recuerdo y se volcarán en sus versos “los montes erguidos”,
la dulzura del idioma, el sonido del agua,
Y
el mugido horroroso
Del
huracán, cuando a los pies postrado
Del
Ande poderoso
Se
detiene sañoso
Y
a la mar de Colón revuelve airado.
De
la cóndor al vuelo,
Cuando
desde las nubes señorea
Tu
frutecido suelo
Y
en el campo del cielo
Con
los rayos del sol se colorea.
La
tristeza y el clamor llegan a su clímax al evocar a la familia, a la
hermana, al padre y la madre. Con el frecuente uso del hipérbaton,
escribe estrofas memorables de los días de la infancia enmarcados en
los muros del hogar, en la casa sembrada de juegos, sueños y
esperanzas:
Y
de mi dulce hermano
Y
de mi tierna hermana, las caricias,
Y
las que vuestra mano
En
el albor temprano
De
mi vista sembró , puras delicias.
¡Oh
madre, oh padre mío!
Y
aquella en que pediste, mansión santa
Con
alborozo pío
El
celestial rocío
Para
mí, débil niño, frágil planta.
Son
muchas las cosas que ha dejado atrás: la naturaleza, el ambiente, la
casa, la familia, los amigos, “tantos caros objetos”,
Todos
yacen perdidos,
Que
ausente del hogar en tierra extraña
Mis
penates queridos
Lloran
entristecidos
En
tu almo suelo al refugiarse , España.
Puedas
grande y dichosa
Subir
¡Oh Patria! Del saber al templo
Y
en tu marcha gloriosa
Al
orbe majestuosa,
Dar
de valor y de virtud ejemplo.
En
este diálogo con su patria, finalmente le dice:
No
te duela mi suerte,
No
maldigas mi nombre, no me olvides,
Que
aún vecino a la muerte
Pediré
con voz fuerte
Victoria
a Dios para tus justas lides.
Hay
otro poema donde expresa nuevamente el dolor por estar lejos de la
patria, me refiero al soneto “El viajero” que es el soneto VII
del Vol IV, Poesías, de las Ediciones de la Universidad del
Zulia,1964. Es más que elocuente la primera estrofa donde dice:
Ave
de paso que vagando gira
De
nación en nación, de gente en gente,
y
de su amor y de su nido ausente
Hoy
llora aquí, mañana allí suspira.
Hace
referencia a su condición de viajero constante que lo llevó a
varios países hasta asentarse definitivamente en Madrid aunque
manteniendo vivos los recuerdos de su tierra de origen por la que
siempre suspira. No sólo fue ave de paso sino
Rama
feliz que el ábrego en su ira
Del
álamo tronco desgajó inclemente:
Pobre
arroyuelo que de ignota fuente
Fluye
gimiendo, y en el mar expira.
El
lenguaje metafórico se destaca en estos versos tristes del poeta
adolorido por el destino de soledad y desarraigo que le ha tocado en
suerte. En estos dos cuartetos los versos son elocuentes para
expresar esos sentimientos de dolor por la patria abandonada y por
la melancolía que enluta su alma. Verbos como llorar, suspirar,
desgajar, gemir, expirar, así como los adjetivos pobre, ausente,
inclemente, expresan el sentimiento de tristeza que predomina en el
poema. En los dos tercetos siguientes dice:
Ausente
así del caro suelo
Triste
busqué por cuanto el mundo encierra
Para
el alma un amor, y mis amores
Tormentos
fueron y furor del cielo,
Gocen
otros del bien, que yo en la tierra
Abeja
de dolor, libo dolores.
En
estos versos insiste en el tema de estar ausente de su patria y en el
de la soledad que lo ha acompañado siempre. Sin amor, presa del
desencanto, es un hombre sin esperanza, sumido en la más absoluta
tristeza.
En
los dos poemas a los que me he referido,”Adiós a la Patria” y
“El Viajero”, el estilo poético de Baralt es el neo clásico que
seguía con bastante rigidez las normas de la escritura clásica. En
el siglo XIX fue el estilo por excelencia al que se rebelaron los
poetas románticos ansiosos de libertad. Es contradictorio que
Baralt, quien propugnaba ideas liberales, fuera tan conservador y tan
apegado a las leyes de la retórica lo que incidió en una escritura
poética constreñida a esos moldes literarios que sacrificaron la
espontaneidad y la libertad expresiva restándole luminosidad
esplendor a su expresión poética. Escribió numerosos poemas en los
que predomina la religiosidad, el tema de la patria y la didáctica.
Fue considerado el primer poeta epigramático de la Literatura
Venezolana. Una crítica con certera ironía queda expresada en el
Epigrama XXXVII:
Un
ministro es un portento,
Que
de Estado sin contienda,
Se
va a Marina o Hacienda,
Gobernación
o Fomento.
Justicia
o Guerra: es probado;
Pues
lo hace el diablo de modo
Que
el nene lo sabe todo,
Menos
de ciencia de Estado.
Escribió
numerosos poemas en los que predomina el tema patriótico como el que
dedica “A Cristóbal Colón”, “A Simón Bolívar” I y II; “A
S.M. la Reina Doña Isabel II,” “A Sevilla” “A la Batalla de
Ayacucho” etc.
También
es muy frecuente el tema religioso como lo indican los títulos de
muchos poemas: “A Dios” (I y II), ¡Ala muerte de Judas”, “Ala
Santa Cruz”( 1,2,3 ) , “Adán en la redención”, etc.
Aunque
no se trate de poesía como tal, vale la pena mencionar el Discurso
de incorporación a la Real Academia Española por ser un ensayo
escrito en un impecable estilo donde se manifiesta como crítico
literario al referirse a la escritura de D. Juan Donoso Cortés,
aunque antes, también había hecho, un trabajo de crítica literaria
en el discurso “Chateaubriand y sus obras” que pronunció en el
Ateneo de Madrid y fue publicado en 1847.
El
“Resumen de la Historia de Venezuela” (1841) está escrito en
perfecta prosa castellana elogiada por el humanista Menéndez y
Pelayo. Cuando muere José Donoso Cortés, quien lo sustituye,
ocupando el Sillón Letra R de la Academia es Rafael María Baralt y
su discurso de incorporación va a tener como referente el “Ensayo
sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo (1851) escrito
por Donoso Cortés. Baralt no va analizar solamente las ideas sino
también el estilo del escritor, diciendo:
“
En fin, su estilo no es
científico ni didascálico como el espíritu del siglo; ni tiene la
tersura y precisión que requiere la filosofía; ni posee la
deleitosa naturalidad que avalora la grande y genuina prosa española;
pero es un estilo propio y original; y cuando acaece que se acomoda
y ajusta bien a la materia que discute o al pensamiento que desea
inculcar, a ninguno es dado ser más elocuente. Entonces, conceptos y
voces, frases e ideas se desenvuelven en perfecta armonía, y se
ligan y suceden unas a otras como las olas de un majestuoso río de
hondo cauce y levantadas riberas, con rumor al oído, con movimiento
grato a la vista, transparentes, sosegadas, luminosas. “
Rafael
María Baralt ha sido estudiado en sus variadas facetas y es
considerado, sin duda, uno de los grandes humanistas de nuestro país.
Lilia
Boscán de Lombardi
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