jueves, 5 de mayo de 2016

La Poesía de Rafael María Baralt


Rafael María Baralt (1810-1860) es un intelectual zuliano que se ha distinguido como historiador, periodista, filólogo, crítico y poeta. Nació en Maracaibo en pleno período independentista y como dice Velia Bosch” fue militante de una pasión guerrera que puso a prueba en distintos momentos de nuestra historia militar y política.”Es el autor del Primer Diccionario de Galicismos del Español y es el primer latinoamericano en ocupar un sillón en La Real Academia de la Lengua Española. Como historiador, su magna obra es el Resumen de la Historia de Venezuela.
El padre de Baralt fue el coronel venezolano Miguel Antonio Baralt y la madre, Ana Francisca Pérez era oriunda de República Dominicana. Por la turbulencia política de la época, la familia se trasladó a Santo Domingo, de allí, que los años de infancia, Baralt los pasó en ese país. Regresaron a Maracaibo en 1821, tenía Baralt 11 años y estuvo hasta 1827, año en que fue a Bogotá para comenzar los estudios superiores graduándose de Bachiller en 1830 en la Universidad Santo Tomás. A partir de allí participó en la política y en la milicia venezolana llegando a ser Capitán de Artillería y ocupando cargos importantes como Ministro de Guerra. Fue un constante viajero, viaja a París en 1840 y publica su Resumen de la Historia de Venezuela y el Diccionario de Galicismos. Se va de Venezuela, definitivamente, el 13 de Septiembre de 1841 y después de viajar a Londres y Sevilla, se radica finalmente, en Madrid donde escribe la mayor parte de su obra literaria. Desempeñó cargos como Director de la Gaceta de la Corona, Administrador de la Imprenta Nacional etc. Murió el 4 de Enero de 1860.
De su poema “Adiós a la patria” es la famosa estrofa:
Tierra del sol amada
Donde inundado de tu luz fecunda
En hora malhadada
Y con la luz airada
Me vio el lago nacer que la circunda.
En este extenso poema escrito en 19 liras, se expresa la nostalgia y el dolor por la patria ausente en la que vivió momentos felices cuando era


Campo alegre y ameno,
De mi primer amor mudo testigo,
Cuando virgen, sereno,
De traiciones ajeno,
Era mi amor de la esperanza amigo.
La tristeza del adiós se concreta en lamentaciones al no poder volver a admirar la belleza majestuosa del mar ni el perenne color azul del cielo amado. Ni los campos floridos “ de nardos olorosos”; con intensa melancolía ha renunciado a su patria y ya no se regocijará con el paisaje luminoso donde reinan los árboles del trópico y se lamenta porque tampoco verá más a” la altiva palmera
Cuando en los apartados horizontes
Con majestad severa
Sacude su cimera
Gigante de las selvas y los montes.
Permanecerán en el recuerdo y se volcarán en sus versos “los montes erguidos”, la dulzura del idioma, el sonido del agua,
Y el mugido horroroso
Del huracán, cuando a los pies postrado
Del Ande poderoso
Se detiene sañoso
Y a la mar de Colón revuelve airado.
De la cóndor al vuelo,
Cuando desde las nubes señorea
Tu frutecido suelo
Y en el campo del cielo
Con los rayos del sol se colorea.
La tristeza y el clamor llegan a su clímax al evocar a la familia, a la hermana, al padre y la madre. Con el frecuente uso del hipérbaton, escribe estrofas memorables de los días de la infancia enmarcados en los muros del hogar, en la casa sembrada de juegos, sueños y esperanzas:
Y de mi dulce hermano
Y de mi tierna hermana, las caricias,
Y las que vuestra mano
En el albor temprano
De mi vista sembró , puras delicias.
¡Oh madre, oh padre mío!
Y aquella en que pediste, mansión santa
Con alborozo pío
El celestial rocío
Para mí, débil niño, frágil planta.
Son muchas las cosas que ha dejado atrás: la naturaleza, el ambiente, la casa, la familia, los amigos, “tantos caros objetos”,
Todos yacen perdidos,
Que ausente del hogar en tierra extraña
Mis penates queridos
Lloran entristecidos
En tu almo suelo al refugiarse , España.
Puedas grande y dichosa
Subir ¡Oh Patria! Del saber al templo
Y en tu marcha gloriosa
Al orbe majestuosa,
Dar de valor y de virtud ejemplo.
En este diálogo con su patria, finalmente le dice:
No te duela mi suerte,
No maldigas mi nombre, no me olvides,
Que aún vecino a la muerte
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios para tus justas lides.
Hay otro poema donde expresa nuevamente el dolor por estar lejos de la patria, me refiero al soneto “El viajero” que es el soneto VII del Vol IV, Poesías, de las Ediciones de la Universidad del Zulia,1964. Es más que elocuente la primera estrofa donde dice:
Ave de paso que vagando gira
De nación en nación, de gente en gente,
y de su amor y de su nido ausente
Hoy llora aquí, mañana allí suspira.
Hace referencia a su condición de viajero constante que lo llevó a varios países hasta asentarse definitivamente en Madrid aunque manteniendo vivos los recuerdos de su tierra de origen por la que siempre suspira. No sólo fue ave de paso sino
Rama feliz que el ábrego en su ira
Del álamo tronco desgajó inclemente:
Pobre arroyuelo que de ignota fuente
Fluye gimiendo, y en el mar expira.
El lenguaje metafórico se destaca en estos versos tristes del poeta adolorido por el destino de soledad y desarraigo que le ha tocado en suerte. En estos dos cuartetos los versos son elocuentes para expresar esos sentimientos de dolor por la patria abandonada y por la melancolía que enluta su alma. Verbos como llorar, suspirar, desgajar, gemir, expirar, así como los adjetivos pobre, ausente, inclemente, expresan el sentimiento de tristeza que predomina en el poema. En los dos tercetos siguientes dice:
Ausente así del caro suelo
Triste busqué por cuanto el mundo encierra
Para el alma un amor, y mis amores


Tormentos fueron y furor del cielo,
Gocen otros del bien, que yo en la tierra
Abeja de dolor, libo dolores.
En estos versos insiste en el tema de estar ausente de su patria y en el de la soledad que lo ha acompañado siempre. Sin amor, presa del desencanto, es un hombre sin esperanza, sumido en la más absoluta tristeza.
En los dos poemas a los que me he referido,”Adiós a la Patria” y “El Viajero”, el estilo poético de Baralt es el neo clásico que seguía con bastante rigidez las normas de la escritura clásica. En el siglo XIX fue el estilo por excelencia al que se rebelaron los poetas románticos ansiosos de libertad. Es contradictorio que Baralt, quien propugnaba ideas liberales, fuera tan conservador y tan apegado a las leyes de la retórica lo que incidió en una escritura poética constreñida a esos moldes literarios que sacrificaron la espontaneidad y la libertad expresiva restándole luminosidad esplendor a su expresión poética. Escribió numerosos poemas en los que predomina la religiosidad, el tema de la patria y la didáctica. Fue considerado el primer poeta epigramático de la Literatura Venezolana. Una crítica con certera ironía queda expresada en el Epigrama XXXVII:
Un ministro es un portento,
Que de Estado sin contienda,
Se va a Marina o Hacienda,
Gobernación o Fomento.


Justicia o Guerra: es probado;
Pues lo hace el diablo de modo
Que el nene lo sabe todo,
Menos de ciencia de Estado.
Escribió numerosos poemas en los que predomina el tema patriótico como el que dedica “A Cristóbal Colón”, “A Simón Bolívar” I y II; “A S.M. la Reina Doña Isabel II,” “A Sevilla” “A la Batalla de Ayacucho” etc.
También es muy frecuente el tema religioso como lo indican los títulos de muchos poemas: “A Dios” (I y II), ¡Ala muerte de Judas”, “Ala Santa Cruz”( 1,2,3 ) , “Adán en la redención”, etc.
Aunque no se trate de poesía como tal, vale la pena mencionar el Discurso de incorporación a la Real Academia Española por ser un ensayo escrito en un impecable estilo donde se manifiesta como crítico literario al referirse a la escritura de D. Juan Donoso Cortés, aunque antes, también había hecho, un trabajo de crítica literaria en el discurso “Chateaubriand y sus obras” que pronunció en el Ateneo de Madrid y fue publicado en 1847.
El “Resumen de la Historia de Venezuela” (1841) está escrito en perfecta prosa castellana elogiada por el humanista Menéndez y Pelayo. Cuando muere José Donoso Cortés, quien lo sustituye, ocupando el Sillón Letra R de la Academia es Rafael María Baralt y su discurso de incorporación va a tener como referente el “Ensayo sobre el Catolicismo, el Liberalismo y el Socialismo (1851) escrito por Donoso Cortés. Baralt no va analizar solamente las ideas sino también el estilo del escritor, diciendo:
En fin, su estilo no es científico ni didascálico como el espíritu del siglo; ni tiene la tersura y precisión que requiere la filosofía; ni posee la deleitosa naturalidad que avalora la grande y genuina prosa española; pero es un estilo propio y original; y cuando acaece que se acomoda y ajusta bien a la materia que discute o al pensamiento que desea inculcar, a ninguno es dado ser más elocuente. Entonces, conceptos y voces, frases e ideas se desenvuelven en perfecta armonía, y se ligan y suceden unas a otras como las olas de un majestuoso río de hondo cauce y levantadas riberas, con rumor al oído, con movimiento grato a la vista, transparentes, sosegadas, luminosas. “
Rafael María Baralt ha sido estudiado en sus variadas facetas y es considerado, sin duda, uno de los grandes humanistas de nuestro país.

Lilia Boscán de Lombardi 


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