Johann
Wolfang Goethe (1749 - 1832) es considerado uno de los grandes
escritores alemanes, famoso por sus numerosas obras entre las que se
destacan Los
sufrimientos del joven Werther (1774);
sus dramas Ifigenia
en Táuride (1787);
una colección de novelitas breves , Conversaciones
de emigrados alemanes (1795);
la obra épica Germán
y Dorotea
(1797); la tragedia La
hija natural (1799).
Obras escritas en la madures son: La novela Las
afinidades electivas (1809),
Los
años de peregrinaje de Wilhelm Meister (1821,
revisado en 1829); Viajes
italianos (1816);
Poesía
y verdad
(autobiografía publicada en varias entregas, 1811-1833); un
poemario
Diván de Oriente y Occidente (1819)
y su gran poema coral Fausto
cuya
versión final apareció un año después de su muerte que ocurrió
en Weimar el 22 de marzo de 1832.
Goethe
nació el 28 de agosto de 1749, en Francfort del Meno, Hesse,
Alemania. Su gran curiosidad lo impulsó a ser un gran lector y
acucioso investigador, no solo en el campo de la literatura y el
arte, sino también en varias disciplinas científicas como la
geología, la química, la osteología y la óptica concibiendo una
teoría de los colores distinta a la de Isaac Newton.
Se
puede considerar a Goethe como un enciclopedista cuyo afán de saber
lo llevó a incursionar en distintos campos del conocimiento; se
distinguió por poseer una vasta cultura y por haber participado
activamente en la vida cultural de su época, específicamente en la
ciudad de Weimar en la cual dirigió el Teatro Ducal entre 1791 y
1813.
Aunque
comenzó a estudiar Derecho en 1765 en Leipzig, no pudo continuar
por razones de salud y dos años después, continuó y culminó estos
estudios en Estrasburgo. Sin embargo, no fue el ejercicio de esta
carrera lo que le entusiasmó en la vida sino el arte, la literatura
y la investigación científica, sobre todo la literatura, que fue su
verdadera pasión. A los veinticinco años publica su primera obra,
Los
sufrimientos del joven Werther, obra
fundamentalmente romántica.
Esta
obra contiene elementos autobiográficos ya que se inspiró en el
amor profundo que sintió por Charlotte Buff cuando él hacía
prácticas de abogado en Wetzlar. Apenas la conoció se sintió
impresionado por su belleza tanto física como espiritual, pero desde
el principio supo que era un amor imposible porque era novia y
prometida de un colega, el joven Johan Christian Kestner. En la
novela, Charlote es Carlota (Lotte) y Johan es Alberto. Este amor
sin esperanza es el tema central del Werther, los sufrimientos por
amor y el final trágico, son elementos característicos del género
romántico. Goethe, en esos años en que empezó a ejercer en
Wetzlar, colaboró con Herder, teórico del arte y la literatura, en
la redacción del manifiesto fundador del movimiento “Sturm und
Drang” (Tempestad e Ímpetu), que fue considerado el preludio del
Romanticismo alemán.
Con
esta novela, Goethe consiguió un gran éxito como escritor. Fue
leída con entusiasmo y avidez porque en ella se expresan las
emociones y los sentimientos del amor unido al dolor de la
frustración y el desengaño. Dicen que se generó una ola de
suicidios entre jóvenes y adolescentes de la época bajo la
influencia de esta novela.
Está
escrita en primera persona en estilo epistolar, dirigidas las cartas
a un amigo muy especial; está estructurada en tres partes: Libro
I; Libro II; El editor al lector (III)
La primera carta con la que se inicia el Libro I tiene fecha de 4 de
mayo de 1771, época del alejamiento de su hogar y de su ciudad natal
y del comienzo de la estadía en otra ciudad. Si nos atenemos a su
biografía, la ciudad a la que llega es Wetzlar, a donde fue ejercer
después de haber terminado sus estudios de Derecho en Estrasburgo en
1771.
Esta
novela escrita con lenguaje rebosante de lirismo, es un emblema del
romanticismo; además del amor trágico, está presente otro gran
tema, el de la naturaleza, escenario vivo de esta historia de amor.
La naturaleza es fuente de poesía: “Cada árbol, cada matorral es
un ramillete de flores y uno querría volverse abejorro para
revolotear por este mar de aromas, encontrando en él todo su
alimento”.
Los
sentimientos expresados guardan relación con el ambiente que le
rodea. Su espíritu de “admirable serenidad” es semejante a una
“dulce mañana primaveral”. La naturaleza es descrita con
adjetivos que expresan belleza y paz: “ameno valle, alto sol”,
“alta hierba”; las imágenes se multiplican para describir una
naturaleza que se despliega como un gran lienzo de belleza en el que
se enmarcan el amor y el dolor de los amantes; idealiza a la
naturaleza y también a la mujer amada dotándola de absoluta
perfección: es bella, es abnegada, dulce, honesta, inocente y pura,
pero es inalcanzable. Es un amor imposible porque ya está
comprometida y el matrimonio es inevitable. Cuando la describe
rodeada de las hermanas, de once a seis años, repartiéndoles el pan
de la merienda, es una imagen de tal plasticidad que más bien parece
la versión literaria de una pintura renacentista.
Sentirse
enamorado, no solo de Carlota sino también de la naturaleza y de la
paz que prodiga, es bastante para su felicidad: “Vivo unos días
tan felices como los que reserva Dios a sus Santos, y ya puede ser de
mi lo que sea, que no puedo decir que no haya gustado los gozos, las
alegrías mas puros de la vida…. Conoces mi Wahlheim: allí me he
establecido del todo, y desde allí estoy solo a media hora de
Carlota; allí me siento yo mismo, y siento toda la dicha que se le
ha dado al hombre” .
Es
sabio cuando reflexiona sobre lo poco agradecidos que somos los seres
humanos a pesar de tantos regalos que nos hace Dios a lo largo de
nuestra vida y dice “Si siempre tuviéramos el corazón abierto
para disfrutar lo bueno que Dios nos depara día tras día,
tendríamos también bastante fuerza para soportar el mal cuando
llega”. Otra reflexión es con relación a la felicidad del
hombre; Werther, después de una conversación con un loco, dice
¡Dios
del cielo! ¿has puesto como destino a los hombres que no sean
felices sino antes de tener uso de razón o cuando la pierden?.
Los
tormentos y al mismo tiempo las esperanzas del amor los vive el joven
Werther que se debate entre la fuerza de su pasión y la esperanza de
ser correspondido.
El
amor de Werther es tierno y apasionado y solo vive para pensar en
ella, para disfrutar de antemano la próxima visita: “! La veré!
Exclamo por la mañana, cuando me alegro mirando con toda felicidad
el hermoso sol: ¡La veré! Y ya no tengo otro deseo durante todo el
día. Todo, todo desaparece en esta perspectiva”.
La
tragedia se vislumbra porque Carlota tiene dos adoradores: Alberto y
Werther; es un triángulo en el que los dos desean el mismo objeto;
ambos se llevan bien, tratándose con afecto y respeto pero la
presencia de Alberto al lado de Carlota, lo llena de dolor y busca
anhelante, los momentos en que ella se encuentre sola. Las dudas lo
asaltan y a veces piensa en irse, en alejarse definitivamente de
ella. En las cartas a Guillermo, en las conversaciones con Alberto o
con Carlota expresa sus pensamientos y sus ideas en torno a diversos
temas como el del suicidio.
En el relato
están presentes los contrastes: riqueza y pobreza; alegría y
tristeza; amor y muerte que son los dos ejes primordiales; la
naturaleza, es radiante cuando el espíritu también está radiante
pero es gris si el ánimo también es gris; cuando el espíritu está
abrumado por la incertidumbre y la tristeza, Werther se debate entre
permanecer cerca de Carlota, a pesar de la imposibilidad de su amor o
alejarse de ella; hace lo segundo y se va a trabajar como consejero
del Embajador en la Corte. Hasta aquí es el Libro
I. En el libro II
cuenta su estadía en la Corte en el período del 20 de Octubre de
1771 hasta el 5 de Mayo de 1772, fecha en la que renuncia para viajar
nuevamente, esta vez a la finca del Príncipe heredero quien lo había
invitado amablemente; visita también su ciudad natal en la que evoca
a la infancia. Vuelve a encontrarse con el tilo que estaba a un
cuarto de hora de la ciudad, meta y límite de sus paseos. Volvió a
ver la sierra, los bosques y los valles; en la ciudad, las casitas de
las huertas, la vieja casa de la infancia, la escuela ahora
transformada en tienda y tantos otros sitios en los que vivió
momentos felices. La evocación de la infancia y la consecuente
nostalgia es otro rasgo de la literatura romántica, así como el
amor a lo propio, a la tierra natal.
En
el tiempo de la ausencia, durante su estadía en la Corte, Carlota y
Alberto se casaron y el dolor es ahora insoportable; otra vez la
naturaleza es término de comparación para el estado de su espíritu:
“como la naturaleza se inclina hacia el otoño, así se hace otoño
en mí y alrededor de mí: mis hojas amarillean, y ya han caído las
hojas de los árboles cercanos”. La naturaleza aunque sea
espléndida se presenta yerta y su visión ya no es fuente de
ventura. Siente vacía su alma y cada vez el tormento es mayor, por
eso afirma que el destino del hombre es siempre soportar su suerte y
apurar su cáliz.
El
sentimiento religioso, la constante alusión a Dios, es otra
constante en este relato romántico. Hay momentos en que se queja del
silencio de Dios diciendo: “Solo estoy bien donde estas TÚ, y
quiero sufrir y disfrutar ante tu rostro. Y TÚ, amado Padre
Celestial, ¿No me has de escuchar?”.
El
matrimonio de Carlota es una tortura. Cada día está más
desesperado. En este estado de angustia permanente la figura de
Carlota lo persigue, y con reflexiones profundas sobre qué es el
hombre y el destino, termina la segunda parte del relato.
En
la tercera y última parte, Del
editor al lector,
escrita en primera persona, se narran los últimos días de Werther,
insertando cartas y toda la información que el nuevo narrador pudo
recibir de todos los conocedores de la historia. Cuenta el
desconsuelo y el hastío creciente de Werther y el desequilibrio
total de su espíritu; tal infelicidad, tal congoja consumió las
fuerzas de su espíritu hasta un grado que la vida se convirtió en
una pesada carga y solo ansiaba morir. La relación de amistad entre
los tres amigos ha cambiado. Alberto, celoso, ha pedido a Carlota que
lo aleje de ella; Carlota estaba firmemente decidida a hacerlo. El
drama radica no sólo en la pasión imposible de Werther, sino en la
intranquilidad creciente de Carlota. Ante la idea del alejamiento de
Werther, su espíritu se ensombrece y empieza a percibir que también
ella lo quiere: “Todo lo que ella sentía o pensaba como
interesante, se había acostumbrado a compartirlo con él, y su
alejamiento amenazaba abrir en el ánimo entero de Carlota un vacio
que no podía volverse a llenar”. La pasión se
vuelve incontenible y en un arrebato “Él la estrechó entre sus
brazos, oprimiéndola contra su pecho, y cubrió sus labios
vacilantes y balbucientes con ardientes besos.
La
convicción de que es amado lo sume en una gran perturbación porque,
a pesar, de esta felicidad, el amor continúa siendo un amor
imposible; no quiere causar ningún daño a la pareja y ahora ve, aun
más claro, que tiene que morir, que tiene que ir al Padre: “A éste
me quejaré, y Él me consolará hasta que tú llegues; y saldré
volando a tu encuentro, y te abrazaré, y quedaré contigo en eterno
abrazo a la vista del Infinito"
Finalmente,
Werther termina con su vida disparándose en la cabeza, dejando
escrita en su última carta todo el amor a su amada Carlota. Se
produce la tragedia porque no ha sido posible evitar el desenlace de
dolor y muerte. Los sentimientos han triunfado por encima de la
razón.
El
amor y la muerte se han encontrado para dar fin a este relato que
contiene todos los elementos del género romántico, expresado con la
belleza poética que solo puede hacer un gran escritor. Elementos
biográficos están allí pero solo el estilo y la sensibilidad de
Goethe la convierten en una obra trascendente y universal.
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