Una
larga amistad nos une a Ángel y a mi familia con el Profesor y
Poeta José Antonio Castro y con Lolita y sus hijos Dina y Daniel.
Una larga amistad que se remonta a los lejanos años 60 en los que
realicé mis estudios universitarios en la Escuela de Letras que
funcionaba en el Centro Vocacional Octavio Hernández en la avenida
El Milagro.
Era
una escuela pequeña, con pocos alumnos y excelentes profesores como
el profesor José Antonio Castro, Agustín Millares Carlo, el
profesor Carlos Sánchez Díaz, el profesor José Pascual Buxo, el
profesor Adolfo García Díaz, el profesor Lino Vas Araujo etc. El
profesor José Antonio Castro nos daba Literatura Venezolana e
Hispanoamericana y Corrientes Literarias Contemporáneas. Eran todos
brillantes profesores y con el profesor Castro nos internamos en el
conocimiento de la Literatura Venezolana desde sus albores hasta las
últimas manifestaciones literarias de esos años. En la calidez de
su decir suave y pausado, disfrutamos del análisis de importantes
autores de la literatura Contemporánea y Universal. Algunas veces
asistían como oyentes Lolita y también Ángel. Sin querer ponerme
nostálgica, recuerdo con alegría esos años de estudiante
universitaria en la que se vivieron experiencias difíciles de
olvidar. Leíamos mucho y escribíamos, no solo los trabajos que se
nos encargaba realizar sino relatos y poesía que algunos se atrevían
a mostrar y publicar. El ambiente de la escuela de Letras propiciaba
ese espíritu creador en la mayoría de los estudiantes. Algunos de
los profesores también eran poetas como el profesor Castro que
publicó, en el año 1963, su primer libro, “Las Manos” que según
Lubio Cardozo es “una perfecta alegoría de la vida cotidiana de su
tiempo”.
Vale
la pena recordar el poema “La mano sin existencia”:
“La
mano se acomodó como un cuello de camisa a mi garganta y apretó. Yo
no la podía ver, pero sentía la presión de sus dedos y de su
palma.
La
tomé con mis manos y trate de sacudirla, pero seguía adherida con
fuerza de hombre grande.
Fue
entonces cuando pensé que moriría irremediablemente.
Y
fue en ese momento cuando yo me acordé que esa mano solitaria y
fuerte como un tren no tenía una existencia real, sino que venía
del fondo del recuerdo, de mi niñez, de aquel famoso cuento de “la
mano asesina”.
Sentí
el cuello libre otra vez de aquella mano y mis venas palpitaron de
nuevo con soltura.
Permanecí
de pie, meditando sobre la existencia.
Nótese
en este poema y en muchos de este primer libro, el tono narrativo y
descriptivo que predomina.
El
segundo libro de poemas “Álbum para delincuentes” fue publicado
en 1966 y manifiesta un estilo diferente al del primer poemario,
mostrando una relación con el escenario político del momento: los
partidos de izquierda, la guerrilla, la rebeldía, la lucha por la
libertad. Predomina la irreverencia, la rebeldía, el desacato.
Recuérdese su poema “Confección
de una bomba casera”:
“Para
confeccionar una bomba casera hay que seguir con precisión las
instrucciones, los libretos magníficos donde se habla sin rubor de
poesía; hay que consultar a la madre, porque ella sabe bien los
ingredientes para que nada falte, para que la esperada bomba tenga
las coloraciones necesarias y el sabor mortuorio. Las mujeres que
aman pueden meter la mano en el asunto pues hay un elemento
indispensable en su confección, un elemento sin el cual no volarían
las cabezas odiadas, las ventanas odiadas, los automóviles odiados”.
En
1967 publica “Humano todavía”, libro de desesperanza y de la
nostalgia de vivir. Es el libro de la resurrección del poeta a
través del amor a la mujer.
En
1973, aparece “La Bárbara Memoria” donde continúa la temática
del amor expresada en bellas imágenes y metáforas de delicado
lirismo: “Cuando el silencio encalló en medio de tus bosques y la
brisa persistió en tus palabras, entonces tomé valor para atravesar
el laberinto de tus calles”.
“Hiponángela”
fue publicada 1978. En los versos de este libro se desliza una mujer
mítica, mágica, hermosa en su tristeza y soledad “con su vestido
negro y con el fagot rojo entre sus manos” como dice el poeta en el
poema “Este
día es muy bueno para morir en una carretera”:
“Este
día es muy bueno para morir en carretera
o
para ir a la playa y tomar cerveza,
este
día así nublado y con vientos del noroeste
es
un buen día, a pesar de todo,
y
es bueno para subirse a la copa de un árbol
o
para ver a Hiponángela
sentada
con su vestido negro
y
con el fagot rojo entre sus manos.
Este
día es bueno para morir
y
no importa que vayas a combatir a tus diablos
con
la música y la cerveza
pues
de todos modos nada quedará,
ni
los besos ni los licores,
sino
ella,
Hipoángela,
tejiendo
voluptuosa sus destinos”.
“Poemas
del desierto” fue publicado en 1986. En este libro el poeta rinde
tributo al hombre de la Goajira y a su entorno geográfico.
“Mapire”
es de 1998. Contiene hermosos poemas existenciales del viajero que
preserva la memoria en unos versos sin los cuales no podría andar
por el camino.
Rendirle
un homenaje al profesor José Antonio Castro es rendirle un homenaje
a la Poesía que según la escritora y poeta Argentina Graciela
Maturo: “Debe tenerse en cuenta que, antes o simultáneamente con
el acto de su expresión por la palabra, la poesía es experiencia
contemplativa y reflexiva, acto de la conciencia hacía su entorno y
hacía sí”.
La
extraordinaria sensibilidad del poeta Castro no solo se manifiesta en
la creación de sus siete libros de poemas, sin contar los aún
inéditos, sino también la escritura de ensayos como “Narrativa,
Modernista y Concepción del Mundo” (1973); “El Proceso Creador”
(1975); “Ocultación y Revelación” (1986). Fue ganador del
concurso de cuentos del diario el Nacional y se ha interesado siempre
por promover el conocimiento de la literatura, el arte y la cultura
en general desde las aulas de clases y desde el centro de estudios
literarios que él fundó y que después se convirtió en el
Instituto de Estudios Literarios de la Escuela de Letras de la
Universidad del Zulia. Fue director de la Escuela de Letras y desde
allí fue un importante organizador, apoyo y estímulo de eventos
literarios que permitían la difusión de la obra de jóvenes
creadores y de otros escritores ya consagrados. Por su iniciativa,
acudían a la escuela de letras profesores invitados de otras
universidades y fue un importante motor en la realización de los
Simposios de docentes e investigadores de la literatura Venezolana.
El profesor Castro también fue fundador de la prestigiosa revista de
Literatura Hispanoamericana de la Escuela de Letras.
La
cultura, imaginación y sensibilidad del profesor José Antonio
Castro lo convierten en una figura esencial en el panorama de la
literatura Venezolana; este homenaje que hoy se le rinde en el marco
del III Encuentro de Poesía, nos permite hablar con entusiasmo y
emoción de una persona, en la que, a través de los años, hemos
admirado su extraordinaria sencillez, el espíritu solidario que
siempre ha mostrado ante los demás, su sensibilidad social y amor
por el arte, la literatura y la cultura en general. El destino quiso
que se cruzara con la doctora Lolita Aniyar para que se despertara el
gran amor que hoy y siempre los ha unido.
El
cariño y la admiración que le tuve al profesor Castro en mis años
de estudiante de Letras se ha mantenido y consolidado en una
auténtica amistad y son recuerdos imborrables, no solo las hermosas
clases donde analizábamos a “Ídolos Rotos” de Manuel Díaz
Rodríguez o “Azul” de Rubén Darío, las novelas de Kafka, la
Beatgneration, Camús, los Surrealistas etc., sino las agradables
reuniones en nuestras respetivas casas de habitación.
La
palabra resplandece y traza caminos deslumbrantes en las hermosas
imágenes del poema 2 de la “Bárbara
Memoria”: “Eres
la mujer amante de los peces, eres también un corazón de corza, y
eres selva y río y remanso, eres el amor que sacude la pereza del
habitante, y eres el rostro de la voz y la cabaña para descansar del
trajín de la vida”.
José
Antonio Castro es Amor y Poesía y con esto termino de expresar un
poco de lo mucho que puede decirse de la figura trascendente de este
extraordinario poeta.
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