El
libro se trata de una selección de veintiséis trabajos críticos,
básicamente referidos al campo literario
Gustavo Luis Carrera
La crítica documental,
indagadora, asentada en fuentes comprobadas, desarrollada en función
de un aparato metodológico y transparente en sus asideros teóricos,
es la que me he permitido llamar la crítica universitaria.
Transcendental desarrollo
de ella se ha manifestado en los imponderables Simposios de Docentes
e Investigadores de la Literatura Venezolana.
Precisamente, en el
ámbito estimulante y proteico de esos Simposios tuve la satisfacción
de conocer a la escritora y profesora Zuliana Lilia Boscán de
Lombardi. No necesité de mucho tiempo para advertir en sus trabajos
analíticos la profundidad y el rigor que yo, entonces algo así como
propagandista de la crítica universitaria, ansiaba compartir como
doctrina con mis esforzados colegas de nuevo espíritu.
Todo lo anterior me
conduce a afirmar, de entrada, que no me extraña la calificación
profesional de alto vuelo que denota el libro Las trampas del amor y
otros ensayos, de Lilia Boscán de Lombardi; publicado, en la
colección El nombre Secreto, de las ediciones de la Universidad
Católica Cecilio Acosta (Maracaibo, 2006). Se trata de una selección
de veintiséis trabajos críticos, básicamente referidos al campo
literario; aunque a veces deriva la autora hacia territorios
culturales y anímicos -pero con el soporte de una tradición
narrativa-, como es el caso del revelador texto, intensamente emotivo
y particularmente tejido en elegante estilo, titulado “El pueblo
wayúu; entre el mito y la leyenda”. La aproximación a la
producción poética de María Calcaño (“La poesía de María
Calcaño”) ostenta señales definidoras de la esencia de esta poeta
zuliana verdaderamente singular; en especial su naturaleza sensible,
erótica. Es patente la serenidad analítica con la cual la escritora
se adentra en el pensamiento, siempre fértil, de Mario
Briceño-Iragorry (“Briceño-Iragorry, un trujillano ilustre”).
Sintonía analítica particular revela la aproximación a Andrés
Bello (“El exilio poético de bello”). Si atendemos a lo
cuantitativo, en este libro capítulo aparte representa la vasta
figura de Miguel Otero Silva; ya que a su obra se refieren dos
ensayos. Mención especial merecen los textos más hermosos del
libro, los dedicados a Cervantes y al Quijote (“El sueño de Don
Quijote”, “Visiones y encantamientos en la cueva de Montesinos”).
Resulta evidente el esfuerzo interpretativo que significa destacar,
sustentar y promover algún nuevo enfoque sobre el libro más
comentado de la lengua española.
Y
así podría continuar la fecunda pesca analítica en aguas
profundas. Pero baste con rematar con las palabras del epílogo
construido por el sutil escritor Enrique Arenas:
“Se intenta, en este
libro, la revelación, la visión de un universo generalmente mítico,
místico, simbólico o metafísico”; todo ello, podemos agregar,
con demostración ostensible de una combatiente vocación analítica.
Al final, nos queda el sabor incomparable de ratificar, en la
distancia, la existencia de un espíritu afín, de una profesional
rigurosa, de una notable creadora de crítica universitaria
reveladora, elegante y sugerente. ¡Albricias!
*Válvula: “Fuerza es
reconocer que la crítica y el ensayo son, junto a la poesía y a la
narrativa, el tercer punto de apoyo del triángulo de la creación
literaria”
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